Si nos alcanzara con entornar los ojos
y enfocar lo inmediato.
Pero no.
La alegría es tan efímera,
un coloso de niebla
esfumándose entre la arboleda.
La palidez muda
de las cosas sin alma.
Yo peleando contra todo y contra todos
no soy nadie.
No te odio mamá.
Deberías estar despierta y no muerta.
De cualquier forma no te perdono.
Si pudiera ser aquel balcón
de rosas amarillas,
un jadeo de tarde - más me valdría
cerrar la boca que me condena
en lo callado
y perder – definitivamente
y frente a mi propio espejo
esta mueca extraña que no me dibuja.
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