martes, 1 de junio de 2010

El laberinto



El centro es la excusa.

Hay un descanso de mármol,

ahí nomás.

Y una fuente sin agua.


Se mastica

la tensión de haber llegado

a un lugar

en el que

te sentís

más perdido que antes.


El silencio apura.

El viento lima las hojas

incrustadas en la piedra.

Silba.


La tarde

es un lamento

de niño que crece

y se hace noche.


No sé levantarme.


Juego al miedo y a la soledad.

Y tengo miedo.

Y me siento solo.


Busco subterfugios

para quedarme a vivir acá.


A medio camino.


A una vuelta

de laberinto

de lo que aún me queda

por caminar.