martes, 30 de marzo de 2010

Soberbia vergüenza




Siente vergüenza. Mientras escribe la siente.

Plano americano del protagonista haciéndose pasar por otro. Creando interés. Frunciendo el ceño y fabricando cara de reflexión-

Me hundo en mi propio vómito planito. La profundidad se gana metiendo las manos dentro de tu propio culo. Tocando carne viscosa. - El cuerpo de adentro que parecería ser de cualquiera, menos de uno.-

¿Me besarías el hígado? Y ella dejó de decirle “te quiero” tantas veces.

Ahora lo sabe. Los labios se te pudren queridísima. Se te cierran como un ano acariciado con una yema suave. Como cualquier mentira.

Buscando una voz que nos represente –algo que decir- en la diferencia/ nos repetimos.

Dale pibito. Ponele huevos. Cagá encima de tu mesa enfrente de los comensales.

Todos esos hablando de los de más allá. Parece que saben lo que dicen. Pero ahí estás vos. Con tu librito que te lleva a otro librito que te lleva a otro librito. A tientas. Con la inteligencia justa para emitir un juicio sano. Qué carajo voy a saber yo!!!! Yo lo intento. Digo. Romper el espejo/ es verdad que saben/ pero yo no.

Yo crecí en una habitación con paredes de madera y alfombra azul.

Desde un piso trece todo es más difícil. Vivís en el aire pero pisás suelo firme. Ascensor con palier. Cocina grande. Un salón vacío que usaremos cuando los invitados sean invitados. Un hermano en la otra punta de la casa, tan lejos que nos encontraremos 15 años después, con los mismos demonios pero filmados desde diferentes ángulos. Tres baños para que tus olores sean tuyos y de nadie más. Perros. Chica de la limpieza. Comida en el plato/caliente/siempre caliente. Club con amigos. Colegio con corbata. Misa. Padres de otros que te quieren como a un hijo/que te descuidan como a un hijo. Estupidez. Amor. Mimo sin compromiso. Papá y mamá que les hago un monumento y una lista de reclamos.

Y así vamos. Intentando recuperarle cancha a la promesa que creció en una silla de ruedas. Dándole el espacio justito para que pueda soñar con las cosas que hará cuando se ponga de pie. Y ahora que camina/le cuesta un precipicio dar un paso. El cerebro sabe y pide pero el cuerpo llega tarde.

A los golpes/ como siempre. Con esa mini conciencia que no le permite dormir a la noche. Buscando una voz que desea encontrar para decirles a todos que le chupen bien la pija.

Pero bien chupada.



viernes, 26 de marzo de 2010

Otro Adiós (texto de Tomás Ostiglia-brotherkeeper)





Te amé y te amo.


No consigo entender que no estés,
pero lo siento.
Intento hablarte como si estuvieras acá, conmigo,
pero no puedo.


El acto reflejo de querer abrazarte
es un dolor tan real,
tan hondo
que lastima.


Aprendo, que la diferencia
entre estar y no estar
es bien grande.


Y, como dice mi hermano,
no aprendo una puta mierda.


Intento sacar mi angustia y dejarla acá,
que se quede con estas palabras,
pero soy incapaz de hacerlo.


Necesito un whisky o dos,
con el rumor de la tele
o discutiendo como locos.


Estoy lleno de vos, bigote.
Cortado por tu misma tijera.
Y el pulso y el esfuerzo de las manos de mamá.


Es cierto que vos estás en mí,
en lo más profundo,
en todo lo que no puedo cambiar,
y hasta en este gesto.


Quiero abrazarte
y verte reír,
llamarte y que hablemos (un minuto)
encontrarte en bata, a la mañana,
y tomarnos un café.


-o dos-


Quedarnos chupando de madrugada
y verte filosofar y emocionarte.


Ser testigo de cómo ves crecer a tus nietos.


Contarte las cosas buenas que nos pasan
y ver que a vos también te pasan.


No estar solo.


Ahora, en este momento.
(y mañana y pasado y tras pasado…)


Martín, Marianita y yo, vamos a estar solos.


Tengo la alegría de haber formado una familia increíble
y dos hermanos gigantes, que adoro con locura.


Pero voy a vivir siempre
con la tristeza de haberme quedado solo.


Una vez más, pa.


Adios.





Dos veteranos




Viajamos por Gómez Ulla

- en un taxi sin conductor -

el fantasma de mi hermano y yo.


Buenos aires está caliente,

me cuenta.

Las cosas se cuecen a fuego lento

en la ciudad de la rabia.


Después de perder al mismo padre,

¿hay alguien más entero que nosotros para la vida?


Como dos boxeadores veteranos

aguantamos los golpes de pie.


No tires la toalla pendejo, me susurra

desde mi rincón.

Derecha, izquierda y movimiento de garza,

le aconsejo guardando su espalda.


Nos encerramos en nuestro gimnasio imaginario

e imaginamos el futuro.


¡Campeones de la concha de tu madre!

Y levantamos nuestros cinturones.


La audiencia ruge nuestro apellido

Brillante.


El fantasma de nuestro padre

levanta su whisky desde el primer asiento

-el mejor asiento de toda la sala-


Y lanza su risa emocionada como un regalo.


Desfigurados nos abrazamos

y nos prometemos una futura pelea

sin más golpes que la sinceridad.


Giramos en una esquina

Y ahora el taxi es un tren de feria.


Mi hermano me muestra su nariz de payaso.

Yo hago sonar mi corneta.


Vamos con música

fumando de nuestra trompeta compartida,

hacia un lugar más feliz.




lunes, 22 de marzo de 2010

Descelebración




Papá me grita desde la otra orilla.

Matute!!!!

Y nos saludamos en miniatura.


Nadie, nunca más, me va a volver a llamar así.

Es curioso extrañar hasta tu propio nombre.


Necesito una persona vieja

que ocupe un lugar que quedó vacante en el abrazo.

Se me acabaron los padres

y los abuelos.


Nos sirvo un whisky invisible

Amarillo hasta la nausea

-bigote-

Y brindamos sin festejar un carajo.


Hoy descelebraremos la tristeza.

Y lo haremos como cuando una casa se queda sin luz,

Manoteando al aire

hasta no llegar a tocarnos nunca.




lunes, 15 de marzo de 2010

Fénix



Soy el que provee

Ese agua

En ese mundo.


En este tiempo de pérdidas

suaves -

como abandonos.


En éste desliz

sordomudo.

De transferencias intransferibles.


El dador.

El mecenas.

El no artista de lo cotidiano.


El traductor de la no lengua.


No escatimo esfuerzo

en esta abulia -

Y observo la necesidad

como quién disfruta de la belleza

de un bosque en llamas.


Miro por encima de mi hombro

Y no me reflejo.


Cual Fénix

me prendo fuego,

muero -


Y vuelvo a nacer analfabeto.



miércoles, 10 de marzo de 2010

Esos días




Te pasan esos días

en los que todo te sale mal.

Te despertás tarde

Tenés la boca pastosa

El corazón pesado en el pecho.


La mañana es una jeringa de anestesia

que te deja pelotudo.


Besas a tu mujer muerta

en la frente

y esperás a verla revivir.


Fuera de las sábanas

La habitación es un campo minado

de ausencias.


Sentís el nudo en la garganta

que no desata nadie.


Estás solo en el balcón.

Solo en el frío.

Solo.


Tu perra se acerca moviendo la cola

y aceptás la paternidad.


Le contestás a tu silencio:

todo va a estar mejor.


Y te quedás en tu vida.