domingo, 17 de mayo de 2009

¿Ustedes ven el vapor en los cristales?




Habitación al borde de su abismo.
Una maraña de silencio, la noche no respira.
Finge dormir-detrás-en la espalda.
Un velo de luz mortecina se calla los brillos.

La arquitectura nada sostuvo
y aún presos de su rigidez,
seguimos esperando un guiño de flaqueza.

No me ocupo ni de fumar mi cigarrillo.

Las manos no tiemblan.
El pecho no vibra.
El alma no camina.
El recuerdo vigila pero no dice.

Ningún jarrón sin agua ni flores
debería estar ocupado por papeles.

Ningún sillón para tres
debería ser hogar de un perro y un turista.

La llave está puesta
en todas las habitaciones.

La llave cerró por adentro
y se levantaron paredes después.
Pasaron otoños, siete,
así,
de corrido.

Así,
siete,
como una repetición deshumanizada de lo humano.

Y ahora.
Y aquí.
Nada se ríe.

Cada día que pasa conozco mejor cada rincón de ésta sala.
Cada día que pasa me desconozco mejor que el segundo anterior.


¿ustedes ven el vapor en los cristales?






miércoles, 6 de mayo de 2009

Ocho minutos





Tengo ocho minutos
para escribir
un verso que me dibuje,
que me relate.
Un verso que me delate.

Ocho minutos para encontrar un recipiente
tan profundo
que sea capaz de albergar toda la tristeza
y ponerla a salvo
de los alegres que habitan ésta superficie.

Tengo ocho minutos;
que ahora son cuatro,
para alinear mi cuerpo en la verticalidad
y ponerlo a funcionar en línea recta.


No nos vemos.
Me fui.