No hay tensión sobre las flores.
El espacio entre los ojos y el horizonte
se completa//////
desdibujado–sonoro-magnético,
/// en presencias invisibles.
Invento estos momentos. Los calco de algo leído.
Hago también cosas con las manos:
bolsillo, nariz, grano y otra vez bolsillo.
Una vez dibujé un barco que viajaba hasta un país que no sé-
y que no volvía nunca. Ahora es un punto en el
final de las cosas-
en el principio de lo que está por venir.
Masticando lo inmóvil adopto a mi soledad
y le pongo un nombre sin alma: oficina
No fuimos dados a todos los paisajes
para luego ser resueltos en cuatro paredes de cal y desierto.
Si se vuelve a reír el destino, me río con él
pero con risa burlona
Dejémoslo así.
Volvamos al señor que escribe y se deja llevar.
Me estremezco de infancia.
Entre bicicletas soy el chico que todo lo puede. Sin gorra -
mamá sonríe desde la orilla – neptuno -
Mar bravo – poseído –
Mujer presente – cocinera de abrazos – sol de tarde
Llueve en mi tu ausencia voraz de enfermedad y rastro tibio
y mientras contamino a mi alrededor todo lo que amo -
no me resuelvo, hago lo contrario, levanto pasillos.
Tengo un martillo nuevo. Brilla
con la fuerza de aquel chico que ahora se cae de la bicicleta.
Voy a golpear una salida.
A hacerle trampa a la trampa.
A preferirme.