Me gustaría
mirar por la ventana,
los ojos vendados
como papel de calcar.
La cara
es el escudo que me cuelgo
para ser mi familia
-el resumen de mi padremadre-
en lo que imagino
sus treintaypico.
a veces, desde afuera
intento el calco
-el recuerdo empieza a ser vago-
los ojitos chinos
la risa, ésta, que clavo en repetición,
que se me sale del pecho,
como un tiro
y se apaga, luego,
muda como los pelos de una alfombra.
Azul era, la de la infancia.
Y las marcas del pis de los perros,
petrificadas amarillentas,
la Dude de rodillas
rasqueteando su vejez más hermosa,
haciendo en ida y vuelta
un mapa preciso
para que ahora no me pierda.
Las arrugas me las quedo.
Son mías.
Ese surco nítido será mi tesoro.
Para mirar por la ventana
no hace falta memoria.
Los ojos vendados,
las manos de mi abuela.
a veces noto que no recuerdo sus voces
ResponderEliminary me quedo quieto, y hago fuerza.
tardan,
pero están ahí en alguna esquina de mi cabeza.
además de la tristeza de extrañarlos,
me queda el asombro de saber
que siempre van a estar por ahí hablándome
si me quedo quieto un rato y los escucho.
s.
nos pasa parecido, amigo.
ResponderEliminarhay que quedarse quieto un rato y después seguir pa adelante.
Una vez más, la palabra justa.
ResponderEliminarHermoso!
Gracias solita!
ResponderEliminarOjalá estuviese a la altura de la palabra justa.
Ese territorio le pertenece sólo a Urondo.
qué lindas letras siempre
ResponderEliminartan lejos tan cerca
ce