Más chico
que la estatua del tipo ese
que es piedra de hazañas.
Más chico
que el libro abierto
en ese verso,
clavado en la emoción;
sangra inteligencia
y así noquea.
La sensación de vigilia
nos mantendrá a tientas
pero con vida
en el mundo negro.
Más chico
que el recuerdo de mi club
aquel día de lluvia.
Los pantalones rotos
en las rodillas,
el jogging nuevo herida de mi vieja
y su esfuerzo subrayado,
ahora impostura.
Un guante de sastre
la maternidad.
Recuerdo dulce, recuerdo lácteo
el joven decrece;
el niño ahí
el niño panza,
ahora es todo bolsa,
miedo líquido.
Más chico
que el temblor éste
mientras afuera
la lluvia.
Llegando a la desaparición
fálica de un encuentro,
no somos ni siquiera memoria.