Estoy cansado.
Cansado de la libertad como concepto inabarcable y vacío.
Cansado de mi acotado terrenito en esa ausencia.
Cansado de las contradicciones que genera ponerse libertad entre los dientes
y sentir el agrio incómodo del libre encierro
Cansado de todos los que se erigen libres,
- revolucionarios de la pelotudez -
y permanecen presos de sus propias palabras
- de sus leves impulsos -
Cansado de mi.
Cansado de mirar alrededor y no encontrar – nunca - nada que me contenga.
Cansado de no hacer nada.
Físicamente cansado - cansándome de todo.
Cansado de que sea mi hijo el que siempre me salva.
(Pobre ángel mío - que en mi secreto - quién sabe cuándo -
sufrirá ésta carga que le dejo en herencia)
Cansado de los diarios y de los anuncios publicitarios.
Cansado de los publicitarios.
Cansado hasta el hartazgo de la estupidez:
Del ingenio
Del genio
De lo inmediato
De lo maduro
Cansado de mi orgullo y del orgullo del orgulloso.
Cansado del ego.
Cansado del miedo de los egocéntricos
De la timidez de los tímidos
Y de la obviedad de los talentosos
Cansado del talento
y de la transparencia del talento
Cansado del lento movimiento de la lucidez
y de los raptos de locura.
Cansado de la cordura - que tanto bien nos hace -
Cansado del televisor encendido
y de la madrugada -pausada y pastosa-
estirándose y ocupando la tristeza.
Cansado ahora mismo.
Me acuesto cansado.
Y no me duermo más.