jueves, 18 de junio de 2009

Ni una luz




Tengo las manos sobre la mesa.
Larguísimas. Delgadas.
Mis manos de pianista.
Mis manos de pianista que ya no tocan.
Las observo con la misma tristeza
con la que se miran los zapatos de un muerto.

Mi fragilidad me va a transformar en alguien fuerte.

Triste pero fuerte.

Hoy 
no se salva
ni una luz.